Atardecer desde el Regal Princess

Del Nuevo al Viejo Mundo con Princess Cruises

Crónicas del viaje transatlántico a bordo del Regal Princess, desde Fort Lauderdale, Estados Unidos, rumbo a Helsinki, Finlandia.

 

Por Nino Ramella

 

Día 1: Bienvenidos a bordo

Desde Fort Lauderdale hacia el este en algún momento nos toparemos con el viejo mundo. Pero en algo los aventajamos preservando el pasado: cuando zarpamos, los europeos están entrando a mañana. Nosotros seguimos en el ayer.

 

El Regal Princess zarpó este domingo con sus nuevos pasajeros. Algunos abandonarán el barco en Helsinki, como yo, otros en San Petersburgo y no son pocos los que luego de una travesía de 26 días desembarcarán en Copenhagen. Observo los compañeros de viaje. Los primerizos en un crucero tienen una mezcla de desorientación y asombro. No se imaginaban este universo que flota y están algo perdidos. No saben cómo funciona todo. Claro que lo bueno se aprende rápido.

En cambio, a los experimentados se los ve relajados. Charlan distendidos en cubierta, copa en mano, mientras pasamos por delante de lindas casas que bordean la costa. Finalmente también la playa queda atrás. Los edificios se achican a medida que avanzamos y con ellos desaparece el último punto continental que veremos durante los días que tardemos en llegar a Europa…es decir, una semana.

Banners, anuncios y la indumentaria de los entertainers tienen dos palabras que no cesan de repetirse: ¡Welcome aboard! Pienso en el contraste entre pasajeros y tripulación. Los primeros disfrutan de lo inaugural. Los otros se muestran entusiastas sin desnudar que es parte de su rutina.

 

Con tantos cruceros en mi haber no será sorpresa lo que me depare mi cabina. Sin embargo nadie, tampoco yo, dejo de ir cuanto antes a inspeccionarla. Será nuestro íntimo espacio por más de dos semanas. Dónde están los enchufes… el escritorio… los estantes del baño… ¿trajeron las robes?… Estoy en eso cuando aparece Cecile, nuestra steward (asistente de cabina) por lo que dure mi travesía.

 

Welcome aboard es el mantra con el que nos recibe. Luego del consabido where are yo from cambia enseguida de idioma al escuchar Argentina. Es filipina y su lengua madre, el tagalo, comparte muchas palabras con el español. Lo habla bastante bien. Valoramos su esfuerzo. Apreciamos su sonrisa. Trae las robes. Ya sabemos que nuestro vínculo será de positiva sintonía.

 

Fue un día largo. Comamos temprano. En la mesa de al lado dos peruanas que viven en Puerto Rico. Enseguida nos ponemos a charlar. Una es arquitecta y la otra se retiró cuando estaba trabajando en Univisión. Antes estuvo en otras emisoras. Claro… tuvimos tema.

Muy loco fue que descubrimos haber estado en el mismo barco y al mismo tiempo cinco años atrás. En aquella ocasión era en un Celebrity.

 

– Una vez estuvimos por perder el barco. Fue en Trujillo. Cortaron la ruta que llevaba a la Terminal de Cruceros y no pudimos llegar hasta pasada una hora de la prevista zarpada. Menos mal que el barco esperó.

– Lo sabemos muy bien. ¡Nosotros estábamos y ahí y nos pasó lo mismo!

 

La primera noche ya hicimos amigos. Pasamos por el teatro antes de ir a dormir. El musical fue buen preludio de una cama que ansiábamos.

Veremos qué nos espera mañana.

 

Noche de teatro a bordo del Regal Princess

Noche de teatro a bordo del Regal Princess. Foto de Sebastián Arauz

 

 

Día 2: Sumergidos… en el universo digital

Si se es, como lo soy yo, un ser analógico que chapotea en el universo digital… la adaptación al nuevo mundo lleva su tiempo. La tarjeta con banda magnética que nos permitía abrir nuestras cabinas, comprar, hacer reservas, entrar y salir del barco y cualquier cosa que necesitáramos a bordo ya me parecía prodigiosamente moderna. Pues ha pasado a ser cosa del pasado. A bordo del Regal Princess todo lo gobierna el Medallion.Net desde hace un tiempo. Para mí… y a juzgar por lo que vi también para muchos otros, es una novedad.

El primer anuncio del cambio lo tuvimos haciendo el check in. No recibimos el plástico acostumbrado. En su lugar nos dieron algo así como una medalla que en el borde, muy chiquito, dice nuestro nombre Y luego Regal Princess – Apr 14, 2019

 

– ¿Y esto?

–  Es su nuevo abrepuertas. Eso lo habilitará a hacer todo lo que necesite.

– …

Partí con mi medallion algo desconcertado. Al abordar apoyamos la medalla en un scanner manual que tenía la joven que nos recibía, quien además nos tomó la consabida foto. No es justo. La foto siempre se parece más a la del DNI que a aquella que nos atrevemos a subir a facebook. Y ya verán porqué la foto sí importa.

Al acercarme a la cabina asignada… ¡oh sorpresa!… una pequeña pantalla al costado de mi puerta me daba la bienvenida, mostraba mi cara tomada de esa inmerecida foto y me anunciaba que la puerta estaba desbloqueada. No tuve que introducir nada en la puerta. Ni siquiera apoyar el medallion. Simplemente por mi cercanía todo se ponía en funcionamiento.

 

Pero eso fue ayer. Hoy vi que en entre las actividades programadas había una clase destinada a conocer los alcances del nuevo sistema. Hacia allí partí. Sin necesidad de gastar nuestros minutos de wifi, que navegando no son baratos, se pueden bajar algunas aplicaciones vinculadas al medallion.net. En una podemos personalizar un programa para jugar en cualquiera de las muchas pantallas a lo largo del barco, desafiar a otros pasajeros a que compitan, etc. Otra sirve para saber dónde está alguien que queramos ubicar…claro siempre y cuando la otra persona quiera.

– El buscado puede esconder su situación (aclaró la joven que nos enseñaba al tiempo que todos rieron cómplices).

 

Una tercera sirve para jugar en el casino estemos donde estemos. Hay también para ordenar comida o tragos sin movernos del lugar en el que nos hayamos tirado a descansar, no importa la distancia que haya a un bar o restaurante. Finalmente una aplicación tiene infinidad de videos y explicaciones sobre viajes, culturas, destinos y alternativas turísticas.

La larga fila de pasajeros viendo cómo sacar el jugo a medallion.net me hizo pensar que tal vez familiarizarse con el sistema es, también, una manera de entretenerse aprendiendo los secretos del cyberespacio.

 

Medallion Class en el Regal Princess

Medallion Class en el Regal Princess

 

 

Día 3: La Babel transatlántica

Uno de los fracasos mundiales más evidentes seguramente es el del esperanto como lengua unificadora del habla humana. Salvo una profesora de esperanto que conocí en mi ciudad jamás me topé con alguien que hablara ese batido de varios idiomas.  El chino es la lengua que hablan más personas en el mundo, pero hay que rendirse a las evidencias de que lo que conecta a más nacionalidades es el inglés.

 

En el Regal Princess rumbo a Europa hay pasajeros de 37 nacionalidades diferentes. De los 3317 personas que viajan los más numerosos son estadounidenses (2551), seguidos por canadienses (512). El resto, es decir 254, se reparten en otros 35 orígenes. Argentinos somos cuatro y todavía no me encontré con los otros dos. Hay varios países representadas por sólo una persona: Austria, Bahamas, Hungría, Islandia, Japón, Mónaco, Rumania, Eslovaquia y Turquía.

Por otra parte el staff del barco no se queda atrás. Hay 1345 tripulantes, que suman más nacionalidades. Y como ya dijimos, el inglés los conecta. Será por eso que quienes tienen el inglés como lengua madre raramente hablan otro idioma. Y llegado el caso de que una persona no hable nada de inglés, siempre encontrará a un miembro de la tripulación que hable su lengua.

Igual es divertido ver cómo unos y otros aprenden palabras de idiomas ajenos. Como muchos mozos y asistentes de cabina son filipinos aprendemos a decir salamad (gracias), tubig (agua), masarap (delicioso), walang anuman (de nada).

De todos modos las aplicaciones que bajamos a nuestros dispositivos para guiarnos en el barco están disponibles en varios idiomas.

Es interesante también ver los diferentes hábitos según sus culturas de origen. A la hora de bailar en el gran lobby son los orientales -no importa que residan en otros países- los que se destacan.

La oportunidad de socializar con gente de otras latitudes se da en las actividades colectivas, pero más claramente en el comedor. Quien distribuye los lugares pregunta si queremos compartir o no la mesa. Si optamos por compartir la arbitrariedad puede regalarnos un buen momento… o no. Pero sea como sea conocemos otra gente y eso es parte del viaje, ¿no?

 

 

Día 4: Adiós muchachos

Escuché varias veces que hay temas que algunos consideran mufa. En el mundo de lo clásico La forza del destino es uno. Entre las supersticiones lugareñas se lo dice del tango Adiós muchachos. Fue justamente su melodía la que me atrajo al Princess Theater.

 Con la sala llena allí estaba el pianista Naki Ataman dando vida a su espectáculo que él bautizó Música alrededor del mundo. Se trata de temas conocidos que cualquiera identifica con el origen de su autor. En total 19 obras. Por si hiciera falta, en cada tema aparecía en el fondo del escenario una gran bandera identificando al país.

 Claro está, yo hubiera deseado que nuestro representante fuera el músico de mi pago chico, es decir Astor Piazzolla, pero debo admitir que Gardel no está mal tampoco si la intención era representarnos.

 

Generalmente la programación del Princess Theater, tanto de este barco, el Regal, como el de todos los cruceros se orientan al mundo de la música o la danza, toda vez que se trata de idiomas universales.

 Los espacios de más éxito son los bares o rincones donde un cantante se acompaña a sí mismo, generalmente con un piano. Si bien no tengo una voz recomendable a oído alguno había pensado en inscribirme en el coro, pero distraído con tantas otras cosas se me pasó. Ahora me acobarda sumarme cuando ya todos los demás empezaron a ensayar. Quería mi foto del último día integrando el coro, que el resto de los pasajeros aplauden entusiastas… acaso por gentil consideración.

 Karaoke, competiciones de canto con finales en el escenario principal con jurados tipo Buscando talentos, y hasta algún corajudo que toma un instrumento prestado son comunes en cada jornada, sobre todo si el día es de sólo navegación.

 Las bandas que hay alrededor de la piscina le ponen música al acto de tomar sol. Y hasta la sirena con la que el Regal Princess se despide de los puertos o saluda a otros barcos también tiene melodía. Esa que nos lleva a la música de aquella serie que los mayorcitos como yo han disfrutado hace tiempo: El crucero del amor.

 

Princess Theatre

Espectáculos musicales a bordo del Regal Princess

 

 

Día 5: Mangia che ti fa bene

Es bien conocido que en los cruceros la comida es una tentación. Hay quienes lo piensan dos veces antes de arriesgarse a bajar del barco con algún kilo más que con los que lo abordó. No es un temor gratuito. Hay que admitir que el riesgo existe. No es para menos. La comida nos tiende trampas a cada paso. Está allí, disponible con sólo estirar la mano. Se nos presenta irresistible… ¡y no tenemos que pagarla!

 

En el Regal Princess hay 18 bares y 15 locales gastronómicos entre pizzerías, heladerías y restaurantes. Podría decirse que no hay zona del barco en la que algo deje de tentarnos. Es cierto que hay alternativas light, veganas, sin gluten, sin azúcar y todo lo saludable que podamos imaginar… pero también hay de las otras y son masarap (deliciosas, en español) como me enseñó a decir mi mozo filipino en tagalo. De estas hay que cuidarse.

 

Un par de restaurantes ofrecen menúes premium, como el Crown Grill y el Sabatini’s. En estos sí hay un costo: 29 y 25 dólares respectivamente. Mi preferido es el primero. Además de pescados y mariscos, entre los que se destacan las langostas, el menú se completa con carnes. Al entrar nos toparemos con los diferentes cortes exhibidos en una vitrina. Cada corte con su peso correspondiente. Luego de que el mozo requiera el exacto punto de cocción que prefiere cada comensal la mesa se puebla de diferentes acompañamientos al plato principal. Pero lo que a mí me puede son las sales. Ahumadas, del Mar Muerto, del mediterráneo, blancas, rosadas, oscuras…

 

El Allegro, Concerto y Symphony son otros comedores disponibles, donde cada día cambia el menú, aunque se mantienen algunos platos tradicionales. Mis preferidos son los fetuccini Alfredo y el salmón grillado.

El Horizon Court, gigante, es el paraíso del self service. Todo lo que imaginarse pueda está ahí. Las mezclas de los comensales pueden ser desopilantes.

Hay de todas maneras algunos tips para evitar la desmesura. Es aconsejable comer en los momentos correspondientes y evitar las deshoras. El international café está abierto 24 horas para los trasnochados. Hay que tratar de evitarlo. Optar más por frutas y verduras en vez de harinas  es otra opción… pero no es novedad. Todos lo sabemos.

Y si sucumbió a las tentaciones todavía queda otra alternativa: actividad física. Muchos caminan o trotan en la cubierta. Hay que recordar que estos colosos tienen 300 metros de largo. El gimnasio tiene todo tipo de máquinas, tanto aeróbicas como de musculación. Hay clases sobre cómo bajar de peso y profesores que nos guían en cuanto a qué debemos hacer. Y si el gym le aburre hay clases también en el lobby central tanto de ejercicios como de zumba, bachata y lo que quiera. La idea es moverse. Es dura la vida del viajero.

 

 

Día 6: La vida es sueño

Por lo general y como conclusión de mis experiencias a bordo, puedo decir que en los barcos se duerme más. El suave… a veces imperceptible movimiento del mar… ¿acaso ese lejano ronroneo de las olas?… en realidad se me ocurre a mí el motivo sin base comprobable alguna, pero lo cierto es que muchos pasajeros suelen decir que en los cruceros duermen más que en sus casas.  Y puede que el sueño tenga cada vez mayores comodidades. Veamos.

 

En la reunión que el capitán del Regal Princess tuvo con los miembros elite y platinum (unos dos mil en este viaje entre unos y otros) mencionó que Princess Cruises había hecho una fuerte inversión con la compra de nuevos colchones, almohadas y acolchados. En efecto, Tim Stringer contó que la empresa había comprado 44 mil juegos nuevos para que sean instalados en 17 barcos.

Los encargados de definir el material y la hechura de los nuevos elementos fueron el Dr. Michael Breus, un reconocido experto en el arte del bien dormir, y la diseñadora canadiense Candice Olson. Las nuevas camas fueron confeccionadas con detalles de ingeniería para concretar el tipo de resortes en cada colchón, al igual que las almohadas de dos pulgadas y la ropa de cama hecha con hilados jacquard. El riesgo es quedarse dormido a la hora de bajar a puerto.

Hay más detalles entrando a este link.

Otro anuncio hecho por Tim Stringer tuvo que ver con la nueva tecnología que utilizarán los barcos que se están construyendo por parte de la empresa y que denominan la séptima generación. Estos futuros barcos de la Carnival Corporation –que emplea a 120 mil personas alrededor del mundousarán gas natural licuado, considerado el combustible fósil más limpio en la actualidad y que generará el 100% de la energía que utilizan, tanto en puerto como en el mar.

Con esta innovación Princess espera contar con dos nuevos barcos -por el momento llamados NG10 y NG11-. El primero estará listo a fines de 2023 y el segundo a mediados de 2025. Serán los más grandes de esta línea, con capacidad para 4.300 pasajeros. Ambos se construyen en el astillero Fincantieri, de Monfalcone, Italia.

Regal Princess en Azores

Regal Princess en el puerto de Ponta Delgada, Azores. . Foto Sebasián Arauz

 

Día 7: ¡Tierra!

Tras una semana de sólo navegación el Regal Princess llegó al primer puerto desde que zarpara de Fort Lauderdale el pasado domingo 14 de febrero. A la hora señalada, bien tempranito, desde  nuestra cabina ya divisamos las luces que nos anunciaban que estábamos próximos a nuestra primera parada. No hizo falta que se acercara al barco un pájaro con una rama en el pico para anunciar que estábamos cerca de tierra firme. Todo estaba perfectamente cronometrado. Además he cruzado algunas veces el océano y siempre he visto pájaros por lejos que estuviéramos de isla o continente alguno. Colonizan nuestras mentes de niño con mitos que la adultez derriba.

Llegamos a las Azores, un grupo de nueve islas a más de mil cuatrocientos kilómetros de distancia de Portugal, país a la que pertenecen. La isla a la que llegamos -de 62 kms. de largo por quince de ancho- se llama San Miguel, cuya capital es Ponta Delgada. En toda la isla viven 250 mil personas y en la capital unas 140 mil.

Se trata de una ciudad bastante preservada, con una parte céntrica en la que reconocemos la clásica tipología constructiva portuguesa, limpia y con una población dispuesta a recibir turistas. Claro que llegar el domingo de Pascua tuvo el inconveniente de la gran cantidad de negocios cerrados. Y si bien los vinculados a los servicios destinados a asistir a los pasajeros del crucero estaban disponibles, lo cierto es que nos perdemos medir el pulso de una ciudad en movimiento.

 

Procesión por las calles de Ponta Delgada

Procesión en Pascua por las calles de Ponta Delgada. Azores. Foto Sebasián Arauz

 

Al ser una isla volcánica su suelo es adecuado para el cultivo de tabaco, té, ananá, vides, sin dejar de mencionar sus muy connotados jardines botánicos.

Pero no todo fue pérdida. Nos vimos compensados por la actividad religiosa que incluyó una pintoresca procesión. Pintoresca no sólo por los colores de los atavíos de los laicos que acompañaban al celebrante ~que desfilaba bajo palio- sino por  la banda que acompañaba a la columna y básicamente porque los fieles habían tapizado una calle con hojas, maderas y flores que formaban figuras geométricas. Jóvenes y niños representando ángeles pusieron también su nota de color.

Tuvimos suerte pues suele ser una zona muy neblinosa y sin embargo las vistas desde la ciudad hacia las colinas circundantes fueron espléndidas. Tan verde todo que podría no sentirse menos que la propia Irlanda.

 

Yo preferí recorrer la ciudad andando. Algunos optaron por ir al cráter de un volcán inactivo que alberga un lago cuyo azul es impactante. Los jardines del palacio de Santa Ana, sede del gobierno local, son realmente muy atractivos y yo los elegí en lugar de ir al volcán.

Si no fuera porque la comida a bordo no da respiro hubiera probado más platos de la cocina local. Los típicos son caldo de nabo, pulpo cocinado en vino, morcilla (que suelen servir con ananá), y tortas de canela o de otras especias.

 

Palacio Santa Ana en Ponta Delgada, Azores. Foto Sebastián Arauz

Tenemos por delante otros tres días de navegación antes de llegar a Bélgica el próximo 25 de abril. El pronóstico dice que hay un 100 % de probabilidad de lluvia. Yo apuesto al porcentaje de error.

 

 

Día 8: El argentino que baila surfeando los 7 mares

Es de Ingeniero Maschwitz (donde viven sus padres y hermanos) pero vive en Villa Crespo, Ciudad de Buenos Aires. Bueno… vive es un decir. La mayor parte del tiempo se la pasa navegando, lo que es decir que vive en un barco. Cuando pregunté por los argentinos que trabajaban a bordo del Regal Princess la respuesta fue siempre Nico, uno de los bailarines. Todos lo conocían. Es que Nicolás Brandán, así se llama, es muy popular y particularmente entre sus compañeros de elenco, a pesar de que los bailarines son complicados, como él mismo acepta de ese mundo.

 

Pero yo me llevo bien con todos y todos conmigo. Tal vez porque soy más grande (este 27 de abril cumplirá 31 años en un día de sólo navegación), y porque hace ya mucho que estoy en esto.  La primera vez que se subió a un barco para bailar fue en 2010. Llevarse bien no es un tema menor cuando se vive entre seis y siete meses en un universo tan reducido como puede ser el perímetro de una nave. Uno siempre hace amigos o tiene compinches. Pero debo admitir que este grupo que me tocó ahora es uno de los mejores con los que he convivido.

 

Nicolás ya bailaba folklore y tango cuando a los 19 años decidió a estudiar danza en el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA, hoy UNA). En Argentina hizo de todo, como él mismo lo define. Bailó en la plaza de Ingeniero Maschwitz, en la calle, en la escuela, en teatros, en la avenida Corrientes, para el Ballet Neoclásico de Buenos aIres en la compañía del IUNA de teatro musical. Lo último que hice fue “Let it be” con Hernán Piquín  e hicimos giras y temporadas en Buenos Aires y Mar del Plata.

– Con esos antecedentes, ¿porqué se te ocurrió bailar en cruceros?

– Porque me gusta viajar. Ademas tenía conocidos que habían hecho cruceros. Vi los shows y me gustó mucho lo que hacían. Audicioné cuando estaba estudiando y me contrataron. Y la verdad es que me encanta.

 

Pero a Nicolás no le fue del todo fácil empezar. Yo empecé trabajando en Royal Caribbean. Ellos hacían audiciones en Buenos Aires. Hice dos audiciones. En la primera no quedé. Ni siquiera pasé la primera ronda. En la segunda sí. Quedamos dos varones nada más.

Viajar está muy bueno. Pero a qué destino. Nosotros no elegimos destinos sino barcos. Cuando terminamos el contrato nos ofrecen varias alternativas. Nosotros podemos elegir tres. A veces toman en consideración lo que pedimos y a veces no. Depende de qué tan bueno seas y de si hay espacio o no.

Pero qué pierde un bailarín no estando en tierra firme. Su respuesta me sorprendió pero tiene sentido. Lo que profesionalmente nos complica estando arriba de un barco es la falta de entrenamiento. Nosotros necesitamos tomar clases y seguir perfeccionándonos. Para aliviar esa falta nos damos clases entre nosotros, de acuerdo a la especialidad de cada uno.

 

En el Regal Princess el elenco de bailarines tiene cuatro shows y dos performances (coreografías algo más cortas). En un crucero con el tiempo que tiene este del Báltico presentan los cuatros shows y las dos performances.

Cuando no están bailando la mayoría de los bailarines tienen alguna actividad secundaria que incrementa sus ingresos. Nicolás, por ejemplo, trabaja dos o tres horas por día en el Ocean Front, al que recurren los pasajeros para saber cómo conectarse a internet y aprenden también a utilizar las diversas aplicaciones que a bordo informan de todo lo que hay que saber para no perderse nada.

Este es un trabajo redituable. A más antigüedad más te pagan. También depende de dónde sos y lo que arregles con la compañía.  Aquí, claro está, intervienen temas de paridad cambiaria que puede hacer que según el origen lo que se gana sea más o menos conveniente. Vivir en un barco tiene, además, la ventaja de que puede ahorrarse casi todo lo que se gana.

 

Nicolás nunca bailó tango a bordo. Esperemos que eso se revierta. Por el momento dice que el Baltico le fascina. Noruega y Suecia me encantan. Pero también me gusta mucho Nueva Zelanda. Me recuerda al sur argentino por sus lagos y montañas. Nunca me tocó un barco que vaya a Argentina.

Los recursos técnicos, las escenografías, el vestuario… suelen ser de un despliegue que pocas veces se ve en teatros en tierra firme. Un de las producciones que hacemos nosotros, “Sail away” costó cuatro millones de dólares y son sólo los cinco minutos del principio. Una producción completa como “Born to dance” debe haber salido muchísimo más seguramente. Hay que tener en cuenta que tiene un director de Broadway y coreógrafos famosísimos. El proceso de producción de un show lleva mucho tiempo. La vestuarista trabaja para la industria del cine de Hollywood.

Cada producción es ensayada en Los Ángeles durante dos meses. Princess tiene todavía un trecho por recorrer en cuanto a la calidad de sus producciones, pero está en el buen camino. Born to dance y Fiera son shows muy buenos y bastante nuevos.

 

Nos despedimos de Nicolás preguntándole cómo se lleva con la comida. Y para mayor envidia por sus talentos nos contesta que come de todo. No me cuido para nada. Tengo la suerte de tener un metabolismo super rápido. Corté la entrevista ahí. No quise oír más.

 

 

 

Día 9: Gante. Un mundo de jóvenes en la ciudad Medieval

La primera parada en Europa continental del Regal Princess fue en Bélgica, más precisamente en el puerto de Zeebrugge, que pertenece a la ciudad de Brujas. Está pegado a Blankenberge, un poblado con una generosa playa con balnearios que al juzgar por su infraestructura de hoteles y comercios debe ser muy popular en verano. El territorio es parte de la provincia de Flandes Occidental por lo que la gran mayoría de su población  (un 65 %) habla flamenco, idioma de origen germánico. El resto habla francés.

La excursión más elegida a bordo fue Brujas y algunos también fueron a Bruselas. Nosotros optamos por ir Gante que no conocíamos. El ómnibus que nos sacó del puerto nos dejó a pasos de un supermercado donde pudimos comprar el pasaje en tranvía que nos llevaría a la Estacion Central para tomar el tren. La señora que nos los vendió fue muy amable y nos explicó que servía para todos los medios de transporte urbano tanto en Blankenberge como en Gante por todo el día. Nos costó cada pasaje 7 euros.

 

Antes de tomar el tren, que une ambas ciudades en 42 minutos, dimos una vuelta por Blankenberge. Estábamos en Bélgica. Se imponía comer chocolate y nos dimos el gusto. Lo hicimos en Leonidas, una conocida cadena que en esta ciudad tiene su local en la calle peatonal Kerkstraat.

Fuimos a la costa, caminamos al borde de los balnearios que aunque sin ocupantes mostraban su infraestructura, muy orientada al público infantil. Y si de chicos hablamos la nota la dio un edificio que enseguida nos llamó la atención. David Černy es un escultor checo. En Praga vi grupos escultóricos creados por él. Se trataba unos niños gigantes, deformes, macrocefálicos, hechos en bronce. Hoy la sorpresa fue verlos en Blankenberge, que hace pocos años compró tres del conjunto de 15 que inicialmente integraban la obra de Černy. Están en el frente y techo. Imperdible.

 

Fuimos rápido a la Estación Central. No podíamos perdernos el tren. Nos costó 17 euros cada pasaje. Llegamos a Gante y el primer impacto no fue su patrimonio arquitectónico medieval, ni sus museos. Mirá… ¡mirá eso! La sorpresa eran las cientos… miles de bicicletas en el estacionamiento. Cómo cada cual encuentra la suya quedará para averiguarlo en otro viaje.

Nos subimos a una excursión en bote por los canales. Cuando no se tiene mucho tiempo en un sitio la mejor opción son los hop on hop off hechos un bus. Aquí lo mejor es navegando los canales, aunque no bajemos donde queramos.

 

El primer puesto callejero que nos encontramos fue el de venta de unos dulces extraños. En flamenco se llaman neuzeke (nariz en castellano). Por fuera tiene una corteza firme, pero al morderla libera un interior blando y muy dulce, generalmente con sabor a frambuesa. Al parecer es difícil hacerlos y la fórmula es un secreto. Hace 150 años que se identifica con Gante. Cinco euros por un paquetito de narices me pareció mucho. Pasamos.

La visita que no puede obviarse es ir a San Bavón, la iglesia catedral, que custodia su mayor tesoro: el retablo pintado por los hermanos Hubert y Jan van Eyck llamado Adoración del cordero místico. Hace ya siete años que comenzó su restauro. Allí está también el púlpito más ornamentado que yo haya visto. Otra rareza, políticamente incorrecta en los tiempos que corren, es el candelero que sostiene un enorme cirio en el altar. Está hecho con un enorme colmillo de elefante. Sigamos.

Un lugar muy visitado es el Castillo de los Condes de Gante.  Es la única fortificación en Flandes que mantiene su foso y su sistema de defensa intactos. Para los ganteses se había vuelto un símbolo de abuso de poder, opresión feudal, y recuerdos de la inquisición. Hoy alberga una muy completa muestra de instrumentos de tortura. Pasé de largo. Preferí seguir caminando por la ciudad con la población más joven de toda Bélgica debido a su Universidad. Unos 70 mil estudiantes provenientes de todo el país viven aquí. Gante se ha convertido en un centro cultural de fama internacional. UNESCO la reconoció como ciudad creativa de la música.

Decenas de museos, tres magníficas torres, bibliotecas antiguas y modernas (un detalle muy notable en la ciudad es ver el diálogo armónico y ponderable entre las expresiones arquitectónicas del SXIV y las del SXXI) forman parte de un menú alucinante. Y si de menú hablamos no puede dejarse de mencionar que Gante está considerada la capital vegetariana de Europa. Definitivamente hay que volver… como nosotros debimos volver al Regal Princess para seguir nuestra travesía.

Centro de Gante, Bélgica

Centro de Gante, Bélgica

 

 

Día 10: Holanda… tierra de quesos, molinos, tulipanes… ¡Y sol!

Como ya habíamos estado en Rotterdam, espectacular ciudad que es mucho más que un gran puerto, decidimos compartir esta parada del Regal Princess también con Utrecht luego de consultar con mi amigo Henky Zwaal, nuestro asesor cuando Holanda es el tema.

No pudo ser mejor consejo. Desde poco menos de cien metros de la Terminal de Cruceros de Rotterdam tomamos el metro que nos dejó en un suspiro en la Estación Central donde tomamos el tren que sale cada quince minutos y nos dejó en Utrecht 38 minutos después. Si bien es de origen romano fue tiempo después que se convirtió en un poblado importante -hoy la cuarta de Holanda– y considerada “la” ciudad medieval.

La primera sorpresa fue la Estación Central, recientemente inaugurada. Recibe unos 88 millones de pasajeros anuales y es la de mayor tránsito del país. Su techo ondulado es el gesto más destacado de su estructura. Es obra del estudio Benthem Crowel. Los baños impecables. Eso sí, hay que oblar 0,70 euros para usarlos.

El centro histórico de Utrecht está a pasos de la Estación, aunque para llegar hay que atravesar un imponente shopping: el Hoog Catharijne. Bien pensado, aunque conmigo no funcionó. El tiempo de una parada de barco, como el de la televisión, “es tirano” con perdón del cliché.

Y fue justamente para aprovechar el tiempo que decidimos subirnos a una lancha que recorre gran parte de la ciudad por sus numerosos canales. Esperamos a tomar la que tenía parte de la embarcación sin techo, para tener más perspectivas, relatos en español y disfrutar de un muy poco habitual invitado a estas latitudes: el sol.

El Oudegracht es uno de los canales más famosos y en él se disfrutan los muelles dobles, que en la antigüedad servían de depósito de distintas mercaderías y hoy albergan, además de a algunas compañías y también pequeñas residencias, a muchos cafés y restaurantes. Sus terrazas son perfectas para mirar y ser vistos. Los árboles (algunos de más de 200 años), los cursos de agua, los canales, la arquitectura medieval, las casas de siglos más cercanos… todo hizo de la travesía el perfecto disfrute.

Caminamos, tomamos café, sacamos fotos… y tuvimos un momento mágico. Un joven sentado en uno de los soñados puentes del centro viejo tocaba en un bandoneón una musiquita alegre. Una niña bailaba.

– Do you play tango?
– Just three or four
– Piazzolla perhaps?

Y empezó a tocar Libertango con destreza y pasión ¡Glup!. Sólo después supe que era argentino. Se llama Ezequiel Mansilla. Es de Polvorines…y nos regaló el instante más emotivo del viaje. Donde uno vaya allí esta Astor, ese marplatense (perdón la petulancia) mundial.

 

Utrecht, Paises Bajos

Utrecht, Paises Bajos. Foto Sebastián Arauz

 

Era la hora de volver a tiempo y ver lo que nos proponíamos en Rotterdam. Volvimos al tren, pasamos por Gouda (nos salteamos el queso) y al llegar nos fuimos desde la misma Estación en un intercity (a penas una parada) a ver el nuevo mercado y las casas cubo. Apenas salimos de la Estación Blaak ambas cosas se nos presentaron a nuestros ojos.

Las casas cubo son un conjunto de unidades unifamiliares diseñadas por el arquitecto Piet Blom  en la calle Overblaak. Son 32 en total. Los techos y ventanas están en planos con un ángulo de 45 grados. Es difícil explicarlo. Hay que verlos. Y nosotros entramos a una de esas casas. Ocurre que harto de ser una curiosidad turística uno de los propietarios optó por cobrar entrada para verla. A juzgar por la interminable fila de curiosos que debe pagar 3 euros cada uno para poder entrar… no tuvo una mala idea.

Que me perdone el arquitecto, pero esa estrafalaria ocurrencia puede haberle dado renombre. Pero vivir ahí puede resultar contraindicado para el equilibrio… de todo tipo.

 

Markthall de Rotterdam

Markthal de Rotterdam, Paises Bajos. Foto Sebastián Arauz

Cruzamos una plaza y entramos al mercado Markthal, construido en 2014. Es un diseño del estudio MVRDV. Se trata del mercado cubierto más grande de Holanda. Es un espacio cerrado por un edificio de viviendas en forma de arco. Otra vez difícil de explicar. El techo abovedado que se forma en su interior es una inmensa superficie que con colores vivos refleja en una impactante gigantografía los productos que se venden en los mercados. Adentro hay de todo… verduras, pescados, quesos, frutas, embutidos, pastelería… y negocios, restaurantes, parking, un supermercado, locales de restauración… Hay que verlo,

 

 

Esta vez no fui a rendir homenaje al pie de la estatua del hijo más connotado de Rotterdam. Erasmo. Sabrá entender. De despedida y a pocos metros de donde estaba amarrado el Regal Princess, tuvimos la oportunidad de visitar el Hotel New York, otrora propiedad de la línea marítima Holland Amerika (fundada en 1896) y testigo de la partida de miles y miles de emigrantes desde el puerto de Rotterdam hacia América. Hoy sigue siendo un hotel en manos de la cadena WestCord, sin haber alterado su estética de antaño. Es como volver a los albores del SXX.

En la plaza frente al New York que bordea el río Meuse hay sugerencias alegóricas de aquellos tiempos de sueños de prosperidad. Dos chimeneas de vapores embutidas en el parque, esculturas que recuerdan equipajes de viejo diseño y leyendas con los destinos deseados.

 

Corriendo llegamos de vuelta al barco para escuchar esa frase que nos devuelve al sitio seguro y cómodo: welcome back.

 

 

Día 11: Un mundo joven en la ciudad vieja

Aarhus es una de las más antiguas (SVIII) ciudades nórdicas. Sus antecedentes se remontan a los vikingos, quienes le pusieron el nombre Aros, que significa desembocadura del arroyo .  A su puerto llegó el Regal Princess luego de haber zarpado hace dos semanas de Fort Lauderdale, USA. Se trata de la segunda ciudad en importancia de Dinamarca. Mi único conocimiento previo sobre ella se limitaba al dato de que en 2017 fue designada por el Parlamento Europeo Capital europea de la cultura, y como tal pudo mostrar durante todo ese año su potencial.

 

Apenas el bus nos sacó del sector portuario en el que está vedado caminar nos dejó en un área en la que oficialmente se daba la bienvenida a los recién llegados. Músicos, vendedores de artesanías, guías de turismo y voluntarios de la ciudad que asesoran sobre cualquier inquietud fueron el primero de muchos gestos de los que fuimos objeto.

A poca distancia del lugar, construido sobre el espejo mismo de agua un edificio moderno llamó nuestra atención. Se trata de la biblioteca Dokk1 que se inauguró en 2015. No figura en las guías de turismo. Nos metimos igual, de puro curiosos. Al fin de la jornada la consideramos la visita más deslumbrante… o más bien la más movilizadora.

 

Sintonizando los conceptos o nuevas tendencias en cuanto al rol de las bibliotecas es más un centro cultural… o más que eso… un comodísimo, enorme y espectacular estar… algo así como un living room comunitario, donde por cierto abundan los libros pero donde no faltan sillones, colchonetas, mesas de juego, poltronas, escritorios con pantallas a disposición, lugares para comer con mesas y servicios, aunque usted aquí puede comer donde le plazca ¡glup!

Una particular dedicación del espíritu de ese sitio se la llevan los niños. Hay decenas de espacios para ellos, donde los padres (si bien hay mamás, claro está, es notoria la cantidad de varones jugando con sus hijos) pueden estar tirados en el suelo, armando rastis gigantes, leyéndoles, disfrazándose  o simplemente disfrutando de un ambiente alucinante protegidos por enormes paredes de vidrio que miran a la bahía. Definitivamente recomiendo muy enfáticamente visitar la Dokk1 ¡e integrarla a las guías! sin pérdida de tiempo.

 

Aarhus, como ya dijimos es muy antigua. Empero la abrumadora mayoría de sus pobladores son jóvenes dado que es un centro estudiantil por excelencia al que no sólo asisten daneses sino también extranjeros. La combinación de ese aire ancient con tanto estudiante le da a la ciudad un carácter y dinamismo únicos.

La música acompaña cualquier caminata. Muchos de los más reconocidos músicos daneses son de Aarhus y el Estado y ONGs ayudan al desarrollo de sus artistas. Frente a la catedral (la iglesia más grande de Dinamarca) un grupo de alumnos iniciales del Conservatorio, dan la nota… bueno, a veces… La gente los aplaude. Hay festivales de música casi todo el año.

 

Un edificio que da a la misma plaza corresponde al bellísimo teatro construido en 1900. Una historia repetida por todos es que ese dragón/troll/diablo que asoma en el ángulo del frontis es una provocación del arquitecto Hack Hampmann hacia la Catedral ubicada enfrente, por su enemistad con los curas. Probablemente no sea cierto, pero las leyendas son condimentos aceptados para darle carácter a una ciudad.

El sitio que creo se acerca a mi asombro por la biblioteca es el museo ARoS de arte moderno. Tiene 10 pisos y es uno de los más grandes de Europa del norte. Vi muestras espectaculares, que no pueden detallarse en estas pocas líneas. Pero sí les contaré lo que hay en su terraza. Obra del artista danés / islandés Olafur Eliasson se construyó una pasarela de vidrio circular de 52 metros de diámetro. Se trata de un camino circular de 150 metros que ofrece vistas en 360 grados de la ciudad. Los vidrios cobran la tonalidad del arco iris y las sensaciones al caminar entre ellos son alucinantes.

Hay muchas más cosas en Aarhus que merecen visitarse, como las casitas de la calle Møllestien, pequeñas, antiguas y perfectamente mantenidas. Sus dueños deben estar hartos de que les saquen fotos, pero no lo demuestran. A mí me sonrieron. Nos faltó ir al bosque donde puede dárseles de comer a los ciervos, al parque con casas traídas de todo Dinamarca y reconstruidas ahí para convertirse en museo a cielo abierto, al Besøg Moesgaard  de referencia al mundo prehistórico y especializado en arqueología y etnografía… Todo no se puede.

 

Aarhus, Dinamarca

Aarhus, Dinamarca. Foto Sebastián Arauz

 

 

Día 12: El sol, infrecuente compañero en Copenhague

Las paradas que se hacen en un crucero presentan desafíos. Si el destino es desconocido hay que saber elegir de acuerdo a los propios gustos aquello que no deberíamos perdernos. De lo que se trata es de administrar bien el tiempo. Si ya estuvimos antes y conocemos el lugar entonces podremos perder un poco la condición de turista (que va a lugares predeterminados) y acercarnos a la de viajero (que anda a merced de lo arbitrario).

 

Copenhague no nos es desconocida, de manera que pude volver a sus calles relajado y andar a mi aire sin tener que tildar los casilleros de la lista de imperdibles. Desde la Terminal de Cruceros tomamos el bus 25 que nos dejó en el centro. Optamos por un ticket de todo el día, que sirve para los transportes urbanos, incluidos los acuáticos. Cada ticket cuesta 80 coronas danesas, es decir unos 12 dólares. No es barato, pero nos resultó conveniente.

 En los lugares conocidos algunos gestos se tornan ritos. No importa que lo que hagamos tenga ribetes espectaculares, entremos a sitios deslumbrantes o sea un hito mundial. Es simplemente algo que tal vez hicimos la primera vez y luego repetimos como una manera de decir ¡otra vez acá! En Copenhagen nuestro rito es tomar un café en dos sitios. Uno en un lugar muy lindo en la peatonal, dentro de un edificio en el que había que atravesar un patio. Esta vez no pudimos. Se está renovando o cerró.

El otro sí pudimos cumplirlo. Lo tomamos en el mercado Torvehallerne, allí en la calle Frederiksborggade, donde funciona el The Coffee Collective. Luego hay que recorrer el mercado para disfrutar de los colores y aromas de todo lo que allí se vende. Pasear por la céntrica Strøget es también un ritual ineludible en esa ciudad, como también -y acaso más- deambular por la típica postal de la ciudad: Nyhavn (literalmente puerto nuevo). El canal, los viejos barcos amarrados, las típicas casas de frentes triangulares con fachadas de color y sus restaurantes y cafés… Se extiende desde Kongens Nytorv hasta el puerto, justo al sur del Teatro Real.

Al llegar habíamos preguntado qué hay de nuevo a la señora que nos atendió en el puesto de información turística que funciona a la salida de la Terminal de Cruceros. Su respuesta fue Reffen y enseguida nos lo marcó en el mapa. Se trata de un espacio de 6.000 m2 ubicado en terrenos abiertos en la misma orilla de la bahía en la que está la Ópera de Copenhague pero más o menos a la altura del Castelet, dedicado al street food (comida callejera).

Llegamos en el bus acuático que teníamos incluido en el ticket del transporte. El barrio se llama Refshaleøen (menos mal que lo llaman Reffen). Los puestos de comida están hechos en contenedores. La atmósfera es joven, distendida, descontracturada. La estética del ambiente contrasta con la de una ciudad típicamente nórdica, que si bien tiene un carácter austero es ordenada, prolija, impoluta. Reffen es más artesanal, creativo… es decir más informal. Acaso sea una estética pensada en términos marketineros (me hizo acordar a los ruin bars de Budapest) pero es muy acogedor y convocante.

 

Zona Reffen, Copenhagen

Zona Reffen, Copenhagen. Foto Sebastián Arauz

 

Hay decenas de puestos con comida étnica de muchos lugares del mundo. Luego de pedir cada uno lo suyo puede ir a comerlo a mesas, reposeras o donde le plazca. Yo, respondiendo a mis antecedentes piemonteses, me atreví con un plato de polenta. Estaba hecha con queso gorgonzola tenía un toque gringo pero que no le quedaba mal: crispy bacon. Costó 85 coronas danesas, unos 13 dólares ¡glup!

Luego de saludar a algún que otro argentino que trabaja por ahí, como Esteban Orsi por ejemplo, volvimos a desandar camino otra vez en el colectivo lancha. Pasamos nuevamente por la Ópera que en 2004 donó al país Maersk McKinney Moeller, el millonario dueño de los contenedores Maersk. Vale la pena visitarla.

Por supuesto hay muchas cosas más en esta ciudad, como los museos, el parque de diversiones Tívoli, o Christiania y su ambiente de aire hippy… claro también la famosa sirenita, obra de Edvard Eriksen allí en el paseo de la costa Langelinie que si bien mide un metro y medio es el símbolo de Copenhague. Ah!  si tiene tiempo hágase una escapada a Elsinor para conocer Kronborg, el castillo que inspiró a Shakespeare para escribir su Hamlet.

Lo que no mencioné aún y es con lo que debí empezar estas líneas fue el sol. Un día inmejorable, sin una nube… y todos los daneses disfrutándolo. Así dejé la ciudad. El Regal Princess llamaba para seguir viaje a Estocolmo.

 

Centro de Copenhagen

Centro de Copenhagen. Foto Sebastián Arauz

 

Dia 13: Entre reinas, presidentes y puercoespines

Acaso Estocolmo sea, a nuestros ojos, la capital nórdica que más se asemeja al imaginario de lo que es una gran ciudad europea. Viven allí un millón de personas y su dinamismo, arquitectura y cosmopolitismo le dan esa impronta que de alguna manera dispersa el carácter austero y de escala más bien pueblerina que solemos asociar al ambiente escandinavo. Sin embargo los holmienses también son esencialmente austeros y discretos. Tenemos que contener nuestro ímpetu latino al saludar, tocar o hablar de intimidades para no shockearlos.

 

El barco nos dejó en Nynashamn, a 58 kilómetros de Estocolmo. En tren toma poco menos de una hora para unir ambas ciudades y la frecuencia es de treinta minutos. El valor simple por tramo es de 45 coronas, es decir casi 5 dólares. Con menos de 10 dólares se va y se vuelve, lo que considerando los precios europeos es más bien barato. También se puede comprar un ticket de todo el día, que contempla además del tren de ida y vuelta, todos los transportes urbanos (incluidos los buses acuáticos) de Estocolmo.

 

La ciudad tiene muchas atracciones que pasamos por alto por haberlas vivido en viajes anteriores. Si se es primerizo hay lugares que no debieran perderse… aunque siempre nos queden muchas cosas por ver. Entre esas cosas está el Museo Vasa. Los barcos nos atraen relativamente pero ver el único barco todavía entero del SXVII (el Vasa) y exhibido de la manera en que lo está, es un deleite. El Palacio Real (aunque sea desde afuera), el Modena Museet, el Museo Skansen (museo al aire libre donde además de animales se ven casas rurales traídas de todas las regiones suecas), el Ayuntamiento donde si tiene suerte verá novios prontos a casarse, el museo Nordiska y siguen las firmas… son los puntos más renombrados.

 

Centro histórico de Estocolmo

Centro histórico de Estocolmo, Suecia. Foto Sebastián Arauz

 

Nosotros optamos por ir al Fotografiska, que ya conocíamos (fue inaugurado en 2010) pero que nos encanta. Se instaló en un viejo edificio art nouveau. Está dedicado a la fotografía contemporánea. Para ser exactos no es precisamente un museo, ya que carece de un acervo propio. Las muestras son siempre temporarias y las obras no pertenecen al lugar. Su ubicación frente a la pequeña isla de Kastellholmen y el espectacular restaurante que balconea a la bahía lo convierten en el más estratégico mirador, sobre todo si estamos allí a la hora de la puesta de sol.

Fotografiska, Estocolmo

Fotografía de la exposición en Fotografiska, Estocolmo. Foto Sebastián Arauz

Es gracioso que sin uno darse cuenta pase del mar a lo que llaman lago. Es que en la bahía de Estocolmo  se produce en encuentro del Mar Báltico con el lago Malaren. La ciudad está compuesta por 14 islas entramadas por 57 puentes. Dónde es mar y dónde lago… solo los locales lo saben.

En el Fotografiska vimos varias muestras espectaculares. Nos gustaron Purgatorium, creada por Alexander Wessely inspirada en el grupo musical Swedish House Mafia. Se trata de 12 fotografías y una película que se proyecta en las paredes que aborda temas de la vida, la muerte y el misticismo cristiano.

La otra muestra que nos gustó y que además nos divirtió mucho, más allá del mensaje que encierra fue Truth is dead (La verdad ha muerto), de la artista inglesa Alison Jackson. Se trata de celebridades internacionales haciendo cosas que hacen todos los mortales pero que en ellos se vuelven escandalosas. Para eso utilizó dobles exactamente iguales (luego de producirlos muy bien). Tan iguales que uno se cree que son ellos. “Mirá… no puedo creerlo”…”tiene que estar trucada”. Pues no son producciones de laboratorio, sino que son personas iguales. Así, la reina Isabel II aparece sentada en el inodoro leyendo el diario, o Donald Trump teniendo sexo en el salón oval. No es un documento verídico, pero cierto podría serlo.

 

De allí partimos a caminar por Gamla Stan, el barrio viejo. Cruzamos en una lancha bus. Nos subimos a la equivocada. Teníamos tickets para una empresa y nos subimos a otra. Nos llevaron gentilmente. Nosotros avergonzados. El asistente de la lancha se reía. Caminamos por sus calles sinuosas de edificación antigua. De pronto llegamos sin querer al negocio de Charlotte Nicolin, artista dueña de una galería que sólo vende sus obras. Pinta animales con una perfección asombrosa. Hace un par de años le habíamos comprado postales. Hoy volvimos a hacerlo. Esta vez los animales elegidos fueron una familia de puercoespines. Le prometimos a Charlotte que le mandaríamos buenas fotos de la fauna argentina.

 

No mencioné todavía que llegamos el 1 de mayo, día en el que se producen muchas manifestaciones de corte político. Unos cantaban, otros marchaban y en cada esquina alguien arengando. Entre ellos una mujer con quien hablamos El ¿partido? se llama Direktdemokraterna. Su lema es “La fiesta donde tu voz siempre cuenta”. No somos de ningún partido. Ni de derecha ni de izquierda. Al estilo suizo lo que queremos es opinar votando sobre cada proyecto en concreto. Viendo cómo está el mundo (por derecha e izquierda) andá a discutirle.

 

Muchas muestras artísticas tienen un trasfondo ecológico. Antes de volver al deseado welcome back en el Regal Princes tuvimos tiempo de leer en un cartel aquel viejo proverbio amerindio: Cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el último pez pescado, sólo entonces el hombre descubrirá que el dinero no se come.

 

Dia 14: Todo llega… y la carroza se vuelve zapallo

Cuatro grados y llueve. Estamos en Finlandia. La semana pasada tuvimos 20 grados y soleado, comenta la joven empleada de una tienda con una simpatía y sonrisa que podemos hacer de cuenta que el sol asoma. Se ve que por estas latitudes el clima no respeta códigos ni estaciones. A nosotros hoy la carroza se nos convirtió en zapallo. Dejamos el Regal Princess después de 18 días. Ya no escucharemos el welcome back, que nos anunciaba que nuestro refugio seguía siendo garantía de comodidad y atenciones.

Ya no escucharemos esa voz femenina de los ascensores…going down… deck nine Dolphin… Ya no tendremos más a Celine para arrumarnos la cabina y procurarnos cualquier cosa que necesitáramos, siempre con una sonrisa. Ni a cada uno de los mozos del comedor Concerto donde habitualmente comíamos siempre atentos a que nuestros platos fueran de nuestro gusto, ni el International Café Abierto las 24 horas para satisfacer cualquier antojo a deshoras.

 

Esto podría llamarse back to the real world. Nos habíamos acostumbrado a no pagar por nada. Ni por la comida ni por lo espectáculos… y si uno es pasajero frecuente tampoco por la lavandería. Y es fácil acostumbrarse a eso. Ahora hay que pagar por todo… ¡y es carísimo! Pero dejemos el llanto para temas menos prosaicos. Llegamos a una ciudad en la que hemos estado varias veces, pero que siempre nos impresiona igual de bien.

 

En gran medida -por no ser exagerado al decir el ciento por ciento de las veces- la mayor o menor intensidad de nuestro apego por cualquier destino está directamente relacionado con su gente. Esa sintonía depende de la forma de ser de los locales pero también de nuestra propia configuración mental y emocional. El viajero ve lo que ve. El turista ve lo que fue a ver, decía Chesterton. A nosotros Finlandia nos encanta. Seguro porque tiene que ver con cómo son los finlandeses.

 

Catedral Luterana de Helsinki, Finlandia

Catedral Luterana de Helsinki, Finlandia. Foto Sebastián Arauz

 

Entre otras virtudes podríamos decir que tienen indicadores sociales envidiables en cuanto a su estructura social. Es una comunidad muy igualitaria, con el mundialmente reconocido mejor sistema educativo y la menor percepción de corrupción del mundo. Son muy calmos, austeros e hiper puntuales. Una palabra vincula a todos: sauna. Se dice que los 5,5 millones de finlandeses podrían estar todos dentro de saunas a un mismo tiempo, de la cantidad que hay. Son, además, espacios de sociabilidad. He visto hasta debates políticos grabados en saunas. Ah! y no tienen pudor alguno por la desnudez. Conocidos y desconocidos, sean del género que sean, podrían tener sesiones de sauna juntos, sin problema alguno por estar todos desnudos.

 

Pero volvamos a mi día en Helsinki. Tenía previsto una entrevista con la directora de la flamante biblioteca Oodi, inaugurada en diciembre pasado frente al Parlamento. Yo recomiendo enfáticamente a quienes visiten esta ciudad que vayan a conocerla. Si tuviera que definir ese espacio (10 mil metros cuadrados) diría que se trata de un gran living. Los ciudadanos van y realizan allí todo tipo de actividades: estudian, graban música en sus estudios, tejen, diseñan, participan de talleres o charlas, aprenden a cocinar, juegan… solos, entre adolescentes, adultos y niños, o todos juntos… y lo que se les ocurra. ¿Cómo lo que se les ocurra? Pues sí… el lema de la institución es: Oodi es lo que usted quiere que sea. Ya escribiré más en detalle sobre esa biblioteca.

 

Biblioteca Oodi, Helsinki, Finlandia

Biblioteca Oodi, Helsinki, Finlandia. Foto Sebastián Arauz

Salí de ese lugar asombrado por lo que lograron y me metí en el Musikkitalo, el complejo dedicado a la música. En su sala de cámara había una nuestra de alumnos del Conservatorio. Vi las presentaciones de seis pianistas, cada uno acompañando a una vez distinta. Pero el edificio es impresionante. Como en todo el diseño escandinavo menos es más. Líneas puras donde nada sobra ni nada falta. Limpieza impecable y un diálogo interior / exterior que integra la ciudad y su gente.

 

Fue un día largo. El frío y la lluvia hacen que desista de seguir. Me quedo pensando por dónde andará el Regal Princess ya sin mí.

 

Nino Ramella

 

Compartir con:
Valorá este artículo

Nino es periodista y gestor cultural. Fue corresponsal durante 18 años del Diario La Nación y dirigió el Centro Cultural Victoria Ocampo (Villa Victoria) en Mar del Plata. Presidió el Ente de Cultura de la Municipalidad de Gral. Pueyrredón y el Gabinete Social del Instituto Cultural de la Prov. de Buenos Aires.

editorial@discovertravelnews.com

Comentarios
  • Nino,me encanto ver tu foto en Internet en el Princess con el cual mi esposo y yo hemos viajado.Soy la Profesora Liliana Alga,fui en Mardel Secretaria de Cultura y Educacion del Banco Credicoop y militante activa de la UCR . M e fui de Mar del Plata en el 2000 vivi 11 anos en Buzios y hace 8 que vivimos en Puerto iGUAZU. Se te ve muy bien no te pasan los anos

    Un abrazo

    Liliana

    abril 24, 2019
    • Gracias Liliana. Muy agradecido por tu mensaje. Un beso para vos. Y un abrazo para tu marido. Y te juro que sí me pasan los años! 😂😂😂

      abril 30, 2019

DEJANOS TU COMENTARIO